Después de unos días de locura, de nuevos horarios, nuevas sensaciones, nuevas emociones, y descontrol absoluto, parece que poco a poco voy centrándome y tengo un ratito para contaros la entrada que os debía, el notición del año, el objetivo de muchos años, la meta conseguida, el premio a la perseverancia: ¡¡¡La llegada de BB!!!!
Por fin puedo decir que:
¡¡¡SOY MAMA!!!!
Y me resulta extraño escuchar esa palabra referida a mi persona. Tantos años en los que esa palabra era para otras, que me resulta difícil creer que esta vez, la mamá soy yo.
BB nació el día 3 por cesárea en la semana 38 de gestación. Después de tanta lucha mi ginecólogo no quería correr ningún riesgo así que ya desde el principio del embarazo me anunció que sería provocado en la semana 38, para evitar riesgos. Yo, que no quería tener un parto natural por nada del mundo (lo sé, soy la antimadre...) no le discutí su decisión, solo había que concretar que día la haría. Al final, decidió hacerla el lunes día 3, así que con hora y fecha señalada, esto era como ir a un examen, poco más o menos.
Tengo que decir que confío tanto en mi medico, que no me puse nerviosa en ningún momento. Estaban más nerviosos los demás que yo. Por la mañana me llamó mi hermana toda nerviosa. La tranquilicé, tenía todo preparado. Al rato me llamó mi otra hermana, ella iba a entrar en quirófano, al igual que T, (en las cesáreas normalmente no dejan pero bueno, la verdad es que al ser mi hermana del gremio, teníamos enchufe). Me preguntó si quería que me hiciera fotos en quirófano sacando ella al bebe. Le dije que lo que quisiera. Se la notaba nerviosa. Yo en cambio permanecía tranquila. Era una sensación de ilusión, y emoción mezclada con desconcierto sobre lo que pasaría en las próximas horas pero con la confianza absoluta de que todo iría bien, y en pocas horas conocería a BB.
Me dejé llevar, no quería pensar mucho en como sería, seguro que eso me provocaría más nervios, así que ingresé sobre las dos y media de la tarde en la clínica y esperamos en la habitación hasta que fue acercándose la hora. Aprovechamos el momento para hacer la última foto de la barriga, y despedirme de ella...
Sobre las 4:10 p.m. me bajaron a quirófano. Allí esperaba el equipo médico que me atendió. Yo permanecía tranquila, espectante pero serena. El anestesista (que ya me conocía de anteriores ocasiones) me estuvo preguntando algunas cosas, y me explicó todo el proceso que iba a vivir. Me pinchó la epidural, y la verdad es que ni me enteré, solo noté un pinchacito, yo sabía que estaba en buenas manos así que no estaba preocupada ni nerviosa, solo me dejaba llevar. Antes de tumbarme en la camilla (te pinchan sentada en ella y luego te tumban) ya no notaba las piernas, empiezas a notar un adormecimiento de las piernas que va en aumento. Ahí me agobié un poco, porque aunque me lo habían explicado, yo intentaba mover las piernas y no me respondían, y estaba suuuuperincomoda con esa sensación, pero duró solo dos minutos, eso es todo lo que inquietó en todo el proceso. Después de esos instantes, todo volvió a fluir con tranquilidad. Se ve que mi estado zen no quiso abandonarme en este momento de mi vida tampoco, jeje. T estaba sentado junto a mi, y como estaba algo incómoda con los brazos en cruz, le pedí que me masajeara un poco los hombros desde su posición. (Esto de tener enchufe para entrar en quirófano hace que te puedan dar masajito en los hombros mientras te están rajando la tripa, jajaja).
Mi mente estaba centrada a partir de ese momento en dejarme llevar, y cuando se acercó el momento de sacar a BB, lo único que me inquietaba era escuchar que lloraba pronto, pensaba que si tardaba un poco en hacerlo me pondría nerviosa, pero mi campeona no quiso hacerse rogar, y enseguida escuche su llanto. "Ya está" pensé, "está viva", y automáticamente escuché a mi hermana diciéndome que estaba bien. Vi, a través de mi posición con la sabana delante, como el ginecólogo la tenía sujeta por un pie. La levantó y lo primero que vi de ella fue el pie y la pierna y su cuerpecito. Mi hermana estaba emocionada. El ginecólogo le dio a BB para que se lo pasara a la pediatra y entre las dos estuvieron haciéndole pruebas y limpiando a la peque. Le hicieron el test de apgar y le pusieron la vitamina k, y no se que más. Mientras tanto, yo la escuchaba llorar. Os parecerá una tontería, pero lo siguiente que me preocupaba (aparte de que llegara a nacer) era que naciera sana. No es que pensara que fuera a tener algún problema, pero cuando escuché a mi hermana decirme, "TC, está muy bien. Test de apgar 9 sobre 10" parece que me invadió una sensación de alivio muy reconfortante.
Miré a T, y cuando nos miramos, se nos encharcaron los ojos de lágrimas. Parecía que lo habíamos conseguido. Y además, parecía que estaba todo bien, y ella estaba sana. No podíamos pedir más. Me acercaron a BB para que le diera un besito. Ella seguía lloriqueando. Cuando me la acercaron le dije "Hola! Que te pasa pequeña?" y automáticamente, al escuchar mi voz, BB se calmó, no volvió a llorar... Es increíble como es esto de la naturaleza, nueve meses escuchándome y fue escucharme de nuevo fuera de mi barriga y tranquilizarse. La pusieron encima de mi pecho, mientras terminaban de cerrar la incisión, y me parecía alucinante que aquella pequeña hubiera estado hasta escasos minutos antes dentro de mi cuerpo. No podía creerme que fuera mía. Aún hoy me cuesta creerlo. Se me saltaban las lágrimas al pensarlo. A T también, a mi hermana también, a los médicos poco les faltó porque no hacían más que decirme "Ay! Con lo que te ha costado y lo mal que lo has pasado, y por fin la tienes aquí" ¿Como no iban a saltarsenos las lágrimas? Aún ahora se me saltan al recordarlo.
Después me subieron a la habitación con ella entre mis brazos y es una sensación de paz difícil de igualar. Los siguientes días, recuperándome de la cesárea, estuvieron marcados por los cuidados de T con BB. Yo no podía moverme mucho, así que el se ocupaba de todo. Yo le daba el biberón desde la cama el primer día, y poco a poco fui involucrándome más en su cuidado, en función de como iba encontrándome. He de decir que T se ha portado de diez. No solo en la clínica, sino ya en casa, se ha ocupado de todo. Casa, niña, perro y de mi. Me lo han hecho todo muy fácil. Ahora ya me encuentro bastante mejor y aunque los puntos tiran aun un poco, me siento muy recuperada. Será que tengo un gran estímulo positivo, jeje.
Otro día os contaré la reacción de Unai cuando la conoció. Solo adelantaros que tengo el mejor perro del mundo mundial y que estoy deseando verlos interactuar cuando BB sea un poco más mayor.
P.D: Ibamos a llamarla Perseverancia, pero no queríamos que nos cogiera manía desde pequeña ni que cuando cumpliera 15 años nos asesinara con una katana...